El impresionante conjunto del Monasterio de Rueda, en la localidad zaragozana de Sástago, luce en todo su esplendor, tanto el cenobio como el hotel de cuatro estrellas perteneciente a la Red de Hospederías de Aragón que acoge en sus dependencias. Silencio, calma y la austeridad propia del císter impregnan el ambiente de este alojamiento singular y selecto, reabierto recientemente.
Para profundizar en la historia del recinto, las reglas que marcaron la vida de la orden y los espacios del monasterio, Turismo de Aragón ha reactivado las visitas guiadas Recorridos Sonoros, que tendrán lugar los sábados 4 y 18 de octubre. En ellas se disfrutará de una original experiencia sonora, en la que a través del conjunto vocal de música antigua Chiavette y con el actor Jesús Pescador, los asistentes serán guiados por el personaje de Fray Saturnino, hermano ficticio conocedor del monasterio, quien les conducirá a través del claustro, refectorio, sala capitular, jardines y oratorio, con una intervención musical como cierre a este viaje por el tiempo.
Además, durante todo el año se realizan visitas al cenobio con audioguías en español, inglés y francés.
Estas visitas guiadas son una oportunidad para descubrir uno de los edificios cistercienses más señeros de Aragón, encajado junto al río y los escarpes esteparios del entorno. En 1202 llegaron al cenobio los primeros monjes, después de que el monarca Alfonso II otorgara la villa y el castillo a la orden del císter y se comenzara su construcción, consagrado en 1238. En aquel enclave los monjes encontraron el espacio idóneo para el retiro y la búsqueda de la pureza y la humildad que dicta la regla de San Benito, mediante el Ora et labora – trabajo y oración-, en su vida cotidiana.
La espectacular galería herreriana, el palacio abacial, la sala capitular, su monumental entrada o la gran plaza central de San Pedro como espacio distribuidor, son algunos de los elementos más destacados, además del complejo con su simbólica noria -que da nombre al monasterio- con canales y conductos de riego, ya que el cultivo de tierras fértiles fueron una de las actividades principales de la orden. En 1836, la Desamortización de Mendizábal obligó a su desalojo y reconversión para funciones agrícolas.
El silencio, el murmullo del agua y las vistas a estas arquitecturas del medievo es lo que ofrece la estancia en la renovada hospedería, en la que destaca además la carta de su restaurante, con protagonismo de productos locales y de kilómetro cero en una cuidada cocina de autor.